Detesto los propósitos de año nuevo. Son un brindis al sol, son deseos sin ningún compromiso detrás. Por eso cuando han pasado unas semanas del nuevo año ya se han dejado de lado.
Un objetivo es un hito razonado con un propósito. Debe mejorar nuestra vida de alguna manera, nos hemos detenido a pensar por qué y cómo queremos ponerlo en marcha. Hay un background, no es una elección tomada a la ligera.
Otros años en estas fechas he hablado de cómo cerrar bien el año o hacer una revisión anual (ver apartado de recursos) pero hoy quiero hablar de los objetivos, no de cómo plantearlos sino de lo que implican: Su elección, su preparación y tenerlo presente durante todo el año sin dejarlo estar a las primeras de cambio.
¿Qué implica un objetivo?
Para mí, un objetivo es un gran resultado a alcanzar. Puede ser un proyecto o una implantación de un hábito, ambos que superen lo ordinario en estas disciplinas, ya sea por complejidad o por duración.
El resto de la actividad puede integrarse fácilmente en nuestras rutinas. Un objetivo tiene la capacidad de crear su propio ámbito de influencia, condicionando rutinas e introduciendo actividad prioritaria en nuestras listas a la espera de su ejecución.
Por tanto si introducimos esta nueva actividad y debe ser prioritaria deberemos dejar en segundo plano o dejar de hacer otras cosas
En cuanto a los objetivos relacionados con proyectos, piensa que quieres y a qué estás dispuesto a renunciar en tu rutina para crear el espacio y dedicar la atención que merece tu proyecto.
En cuanto a los hábitos, piensa que no suele tratarse de hábitos ligeros sino de cambios duros. Giros en nuestra forma de actuar muy arraigados o que simplemente forman parte de nuestra identidad.
Todo un desafío. Lo importante es superar la fase caprichosa de escoger un objetivo para tener algo que hacer y comprometerse con un camino para lograr un resultado de envergadura o un cambio profundo.
“Un objetivo es un hito razonado con un propósito. Debe mejorar nuestra vida de alguna manera, nos hemos detenido a pensar por qué y cómo queremos ponerlo en marcha. No es una elección tomada a la ligera.”
Técnicas para implementar sus objetivos
La primera medida prudencial es fijarse un límite de objetivos en los que trabajar. Se debe ser realista y conocer las limitaciones de uno mismo. Los objetivos son actividades amplias y complejas que pueden requerir un gran esfuerzo y atención.
Yo suelo trabajar en tres objetivos a la vez. Un gran hábito, un gran proyecto y un objetivo menor y ordinario (cómo decidir y preparar un viaje).
Para preparar mis grandes proyectos recurro a una técnica del método Getting Things Done (GTD) llamada planificación natural.
No se trata de enumerar y organizar las diferentes actividades que incluye el objetivo, más bien se trata de preguntarse qué es lo que realmente se quiere conseguir, su ámbito de acción y cómo pasar a la acción de la forma más rápida posible. Lo haremos a través de los siguientes pasos:
Definir el propósito del proyecto. ¿Qué es lo que quiero conseguir realmente?
¿Cómo sabré que el proyecto ha sido un éxito? ¿Qué resultados debe obtener?
Hacer una lluvia de ideas o un mapa mental para verter sobre el papel todo lo que tiene que ver con el proyecto sin juzgar ni decidir qué haremos y descartamos.
Definir el ámbito de actuación.Organizar las ideas del anterior paso en proyectos y subproyectos. Decidir qué vamos a hacer y que queda fuera del ámbito de proyecto.
Escoger por qué proyectos definidos en el anterior paso en que empezamos a trabajar y definir la siguiente acción para cada uno.
En el fondo se trata de una técnica para profundizar y razonar lo que queremos hacer antes de empezar, para sacar a superficie lo que no es evidente.
A menudo el propósito no está claro a pesar de determinar la actividad del proyecto, lo que provoca una desviación del resultado final.
En el apartado de recursos tienes un artículo específico dedicado a la planificación natural.
Revisa cómo va su progreso periódicamente
Una de las razones de los fracasos de nuestros objetivos -ya sean hábitos o grandes proyectos- es que dejemos de tenerlos presentes. La fuerza de la novedad se desvanece y la rutina, lo ordinario vuelve a tapar aquellos momentos de entusiasmo de cuando te fijaste la meta.
Lo que te propongo es realizar una revisión mensual y otra trimestral.
En tu revisión mensual puntea la lista de tus objetivos y asegúrate de tener por cada uno alguna actividad - acción o proyecto- en tu sistema de listas. Asegúrate de que no se ha atascado y mantienes vivo el objetivo.
La revisión trimestral será más completa. Ante un papel en blanco puedes preguntarte que va bien, que no ha ido bien el pasado trimestre y qué vas a hacer durante el próximo para avanzar en tus objetivos.
No hay que realizar ningún análisis en profundidad, sólo recordar y repasar cómo ha ido su implantación. Ponerlo negro sobre blanco, obligarte a evaluar,ver los inconvenientes y tomar decisiones para mejorarlo.
La estructura que te propongo es la misma de la revisión anual realizada por el autor James Clear (ver apartado de recursos).
¡Cuidado! Durante la revisión trimestral puedes replantearte tus ejercicios, ampliar o reducir su alcance según cómo evolucionen las circunstancias o incluso abandonarlos (o incorporar otros nuevos, no hace falta que esperes al día 1 de enero del próximo año). )
"El sistema de revisiones te hará más difícil olvidarte de tus objetivos o desplazarlos al margen de tu actividad."
Implantar hábitos, cambiarse uno mismo
No te hablaré de todas las técnicas que tienes a tu disposición para cambiar de hábitos, para eso encontrarás un enlace en el apartado de recursos, en su lugar te hablaré del compromiso y del propósito.
Primero recordarte que no hablamos de hábitos que comporten un cambio débil en tu forma de actuar sino de un giro serio en lo que haces. Lo haré con un ejemplo personal.
A finales del año pasado decidí dejar de beber alcohol. En un primer momento no sabía cómo lo haría, si simplemente reduciría el consumo o lo dejaría del todo, lo que a principios de año veía muy radical.
Todo empezó con un ejercicio para cambiar mi punto de vista sobre el consumo de alcohol, intentar reforzar mi convicción a través de la experiencia y el saber de otras personas. Gracias a youtube pude acceder a testimonios de personas que han recorrido el mismo camino y de expertos que hablan sobre lo que nos toma el consumo de alcohol.
El segundo paso fue intentar reducir el consumo. Empezar en pequeño e ir progresando pero no funcionó. Obtenía pequeñas victorias pero de repente volvía atrás y perdía todo lo que había conseguido.
Me di cuenta de que necesitaba reiniciar y dejarlo del todo, lo que ocurre es que no me veía capaz. Lleva tanto tiempo formando parte de mi vida que no encontraba el camino para hacerlo. Lo probé en verano pero me caí. El detonante del nuevo intento –en el que estoy embarcado ahora y va más o menos bien– fue después de un día que las cervezas de turno no me acabaron de caer bien y me encontré mal al día siguiente. Llevo seis semanas sin beber, no es demasiado pero es un comienzo.
¿Por qué te cuento todo esto? Pues por hacer un review de los puntos que me han ayudado en esta experiencia:
Reforzar la identidad alternativa que persigues. Nútrete de experiencias de gente que haya recorrido el mismo camino que tú y haya triunfado.
Crea una lista con tus objetivos anuales, entre ellos el hábito que quieres cambiar. Repasa cada mes y pregúntate qué has hecho para lograrlo. Hacer esto no me dejaba olvidar que tenía un cambio pendiente a realizar. Es una forma sencilla y asombrosa de crear compromiso.
Si no funciona replantea tu hábito. Cambia la forma en que lo vas a implementar, prueba cosas nuevas y si es necesario, se radical. Yo me encontré con que no era capaz de reducir “un poco” mi consumo y decidí cortar con todo.
De cara a tus objetivos anuales está bien implantar un hábito ligero, está bien modificar aspectos de tu día a día que no representen un gran cambio y si te lanzas con un cambio duro no significa nada no conseguirlo en la primera, quizá estés años a cambiar lo que quieres cambiar. Se trata de erosionar tu identidad actual mientras creas una alternativa.
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Pienso que la mejor manera de escoger un objetivo es “on motion“, sobre la marcha, a medida que se van planteando las circunstancias es cuando hay que componer una visión de lo que quieres, planificar lo indispensable y empezar a trabajar.
Pero también debo reconocer que el cambio de año es uno de esos momentos destacados que se presta a tomar este tipo de decisiones y por eso he decidido escribir sobre el tema y hablar sobre cómo escogerlo e implementarlo.
La finalidad de todo esto es hacernos algo mejores, algo mejores que el año pasado pero también – y diría que sobre todo – ayudarnos a ser algo más felices.
Introducir algo por lo que luchar, por lo que esforzarse, un obstáculo que superar. Cuando se va consiguiendo se crea una sensación de progreso esencial para sentirse bien consigo mismo.
Siéntate a reflexionar cuáles deben ser tus objetivos e intenta alcanzarlos. El próximo año hablamos de cómo te ha ido.
Recursos
La revisión anual. Cómo hacerla sin perderte en nimiedades